jueves, 14 de octubre de 2010

EL MONASTERIO DE ARGESH


La siguiente "balada-leyenda", pertenece al folklore rumano. Tiene una explicación metafísica, muy extensa y profunda, pero, me pareció interesante. . . . .ojalá los haga pensar!!!!!!

I

"A orillas del Argesch, en el valle ameno, viene el Príncipe Negro para conversar con 9 albañiles, maestros, compañeros y Manole, el décimo, su maestro supremo, para que elijan un paraje propicio en sus tierras dilatadas para levantar un Monasterio. Pero al pronto advierten mientras van de camino que un pastor les mira tocando su flauta. Al verlo ante sí, el Príncipe le habla:"¿Acaso no has visto en tu ir y venir unos muros caídos, nunca acabados, entre pilares y avellanos?" _" Los he visto señor: muros caídos y nunca acabados y, al verlos mis perros aúllan y ladran, cual si presintieran que les ronda la muerte". El Príncipe escucha y parte con prisa. Sigue su camino con los 9 albañiles, maestros, compañeros y, Manole el décimo, su maestro supremo._"Aquí están mis muros! Así, pues, compañeros, maestros albañiles, manos a la obra!. Sin perder un instante, tenéis que levantar y construir mi hermoso Monasterio, sin igual en la tierra. Mis ruqiezas ofrezco y títulos de nobleza. Mas, si no lo hacéis, os haré emparedar vivos a todos".

II

Sin tregua trabajan y levantan el muro, pero la obra acabada por la noche se cae. Durante 3 noches, todo lo hecho se hunde. Enojado el Príncipe, los reprende. Furioso los increpa y hasta amenaza con emparedarlos vivos. Los maestros albañiles y los compañeros tiemblan mientras trabajan , mientras que Manole, en el suelo recostado, se queda dormido y un sueño asombroso contempla. Cuando al fin despierta, su sueño les cuenta ."_Maestros albañiles, amigos y compañeros, mientras dormía, tuve un sueño asombroso : oí que del cielo alguien me decia : lo que construís caerá con la noche, hasta que todos de acuerdo decidamos emparedar a la esposa o la hermana que venga primero a traer, mañána el yantar, al romper el alba. Si queréis por tanto, dar cima y remate a este santo Monasterio, sin igual en la tierra, habremos de jurar y comprometernos a inmolar y emparedar a la primera que venga mañana"

III

Al romper el alba, ligero salta Manole a lo alto del muro derruído y el camino a lo lejos escruta con ahinco. Pero, ¿qué ve el desdichado maestro?. Ana, su amada, se acerca trayendo en sus brazos bebida y vianda. Manole, de rodillas ruega al Señor: "inunda los prados, que suban las aguas para que mi amada no pueda avanzar".El buen Dios piadoso, le escucha, más Ana desafía los torrentes. Manole suspira y ruega al Señor:"haz que sople un viento tan fuerte que abata las montañas". Más Ana desafía al viento y con paso vacilante llega la fin agotada.

IV

Los otros albañiles , se sienten aliviados al verla llegar. Manole la abraza, turbado la estrecha y en sus brazos la lleva por la escala a lo alto: "Nada has de temer, mi amada, pues estamos de broma y queremos jugar a emparedarte aquí". Crece el muro y la va sepultando, mientras ella gime, por ella y su bebé nonato, pero Manole  sigue y construye tan bien que al terminar nada se nota.

V

A orillas del Argesh en el valle ameno, viene el Príncipe Negro a elevar sus plegarias en el Monasterio. Al verlo, pregunta:"_¿Podría vuestra ciencia con facilidad, hacer para gloria mía y en mi memoria, un Monasterio más bello?".Los albañiles, henchidos de orgullo responden:_"Sabe que seríamos capaces de construir otro Monasterio más bello, asombros y resplandeciente". El Príncipe escucha y lleno de ira ordena quitar los andamios para que los albañiles queden para siempre en la alta cumbrera. Pero, ellos son hábiles y se hacen alas para volar. . .Uno a uno bajan, pero allí donde caen cavan su tumba. Y el pobre Manole, el maestro Manole, justo cuando toma impulso y se lanza, escucha una voz que surge del muro. Una voz amada, débil, sofocada, que gime y llora. . . .La escucha muy cerca y queda confuso. Desde el caballete de las altas cumbres se lanza Manole y abajo, en el suelo, acaba su vuelo y, alí donde cae, brotan aguas claras, saladas, amargas, pues con la mísera onda se funden sus lágrimas.

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