lunes, 20 de diciembre de 2010

LOS ESQUELETOS DE POMPEYA HABLAN. . . .


Los restos de Pompeya, el pueblo romano destruído por una erupción volcánica en el año 70 DC., siguen arrojando datos intrigantes e inesperados de la vida romana, desde la dieta e higiene hasta la brecha entre ricos y pobres, según los especialistas que los estudian.

El cuarto de despensa de un sótano, debajo de un almacén de produtos agrícolas en el suburbio Oplontis estaba lleno de granadas - frutas-. Para los pompeyanos que intentaron encontrar refugio de la erucpción del Monte Vesubio, este escondite probablemente les pareció fuerte y seguro. Unas 50 personas se metieron allí. Sabemos que lo hicieron porque en 1980, sus bien preservados esqueletos fueron encontrados por arqueólogos. Los desechos y gases calientes del Volcán les quitaron la vida en aquel lugar en el que tenían la esperanza de salvarse.

Sabemos como murió esta pobre gente y sabemos que los mató. Pero estos esqueletos también revelan cosas fascinantes sobre "como vivieron". Generalmente nos imaginamos que los romanos ( o cualquier persona del pasado) eran mucho más pequeños que nosotros. No es así. De hecho, en promedio estas personas eran más altas que la pobalción moderna de Nápoles.

La erupción del Monte Vesubio duró 24 horas y agarró desprevenida a la población. Imaginamos que los napolitanos hubieran muerto jóvenes. Éste es otro mito, como muestran los esqueletos: hay muchas personas de edad mediana y de 3º edad entre ellos.

El período más peligros en esa época era la infancia. Las enfermedades, hoy curables, eran mortales en ese entonces. Solamente la mitad de la población habría llegado a la edad de 10 años. Pero si lo hicieron, podrían esperar una vida de duración razonable en términos de hoy en día. Las enfermedades infecciosas dejan marcas y líneas en el esmalte de los dientes de los niños. Muchos de los esqueletos del almacén las tienen, con lo cual recrean una historia visual de las enfermedades que sufrieron.

Hay otros descubrimientos más curiosos e impresionantes. Es casi seguro que los esqueletos de unos gemelos encontrados muestran señales de "sífilis congenital". Si esto es correcto, entonces se descarta la idea de que dicha enfermedad fue traída a Europa del Nuevo Mundo por Colón y sus marineros en el Siglo XV. Aquello es interesante: habría que dejar de culpar a Colón y a los pobladores de América por las "sífilis". Pero el antropólogo que examinó los huesos señala que esos niñós hubieran necesitado mucho cuidado; al sobrevivir nos muestra las redes de apoyo en el mundo romano. Había flias dispùestas a dedicar tiempo, atención y habilidad en el cuidado de sus hijos.

Junto con los restos humanos se encontraron grandes cantidades de dinero y objetos preciosos. Pero estos 54 esqueletos revelan otros lados de la sociedad romana. En cuanto fueron desenterrados, se notaron dos grupos. En un lado del cuarto estaban los " sin pertenencias"- solo cuerpos , que suponemos son los que entraron en pánico y corrieron sin nada en sus manos-, en el otro, murieron con dinero en efectivo, oro, joyas y todo tipo de objetos preciosos - planearon un escape más elaborado o tal vez fueran un grupo de criminales que había robado en el camino de Pompeya a Oplontis. No se tiene seguridad de ello, pero sí que hay un grupo de ricos y otro de pobres.

En el pozo séptico se encontraron: lirones, caracoles, higos, aceitunas, uvas y peras, nueces, semillas como de cilantro e hinojo, pescado, erizos de mar, frijoles, huevos, semillas de opio - procedentes de panes y otras comidas. Se analizó la diferencia entre los esqueletos : ¿los pobres estaban desnutridos? ¿ es más pequeño algunos de los grupos?. Lo interesante es demostrar que los pompeyanos de cualquier clase se alimentaban decentemente.

¿Cómo sabemos? Los contenidos de un pozo de aguas negras que recolectaba los desechos de baños en una cuadra de departamentos modestos de Herculaneum, el pueblo aledaño a Pompeya, muestra que la gente ordinaria comía una dieta maravillosa, desde erizos de mar a pollo.

Andrew Wallace-Hadrill, el excavador de este pozo, concuerda, y no hay mejor manera de acercarse al mundo romano que a través de su excremento.


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