lunes, 13 de diciembre de 2010

NOVEDADES SOBRE EL IMPERIO AZTECA


El Imperio Azteca surgió de la nada. Los primeros aztecas o mexicas emigraron del Norte ( según la tradición de un lugar llamado AZTLÁN, que no ha sido encontrado - se dice también que formaba parte del Continente Perdido, la Atlántida). Y aunque hablan la lengua "náhuatl" de los poderosos Toltecas - cuyo fin en el centro de México llegó en el Siglo XII- esa era su única conexión con la grandeza. Expulsados de cada asentamiento que establecían en el Valle de México, finalmente llegaron a una isla en el Lago de Texcoco que nadie había querido y, en 1325, la llamaron Tenochtitlán. Poco más que un pantano, el islote carecía de agua potable y piedras o maderas para la construcción, pero sus rústicos ocupantes "casi ignorantes por completo", compensaron esas condiciones poco favorableS con una " voluntad indomable".

Los colonizadores mexicas procedieron a excavar las ruinas de Teotihuacán y Tula, antiguas Ciudades-Estados de gran prominencia, y se apropiaron de cuanto encontraron. Para 1430, Tenochtitlán había superado en grandeza a cualquier otra ciudad de la época, convirtiéndose en una maravilla de tierras ganadas al Lago, divididas por canales y calzadas en 4 cuadrantes, distribuídos en torno de un "área central" donde se alzaba una Pirámide de doble escalinata rematada en dos templos idénticos.

Ninguna de sus construcciones era particularmente original, pero eso tenía una razón: los mexicas deseaban establecer lazos ancestrales con Imperios desaparecidos, movidos por las maquinaciones de Tlacaelel, Consejero Real que se jactaba de que " ninguno de los antiguos Reyes actuó sin pedir mi opinión o consentimiento".

Durante la primera mitad del Siglo XV, Tlacaelel dictó una nueva versión de la historia mexica en la que afirmaba que " su pueblo descendía de los grandiosos Toltecas y elevaba a Huizilopochtli - su Dios Tutelar del Sol y de la guerra - al panteón de las deidades que reverenciaron los toltecas. El Consejero Real llegó más allá y definió la misión imperial de los mexicas como "la conquista de las demás naciones. . . y la captura de víctimas propiciatorias porque el Sol, fuente de toda vida, moriría sin el alimento de sangre humana".

Fue así como los despreciados inmigrantes del Norte alcanzaron la nobleza y subyugaron una a una las ciudades del Valle de México. A fines de la década de los 40 del Siglo XV, bajo el reinado de Moctezuma I, los mexicas y sus aliados extendieron el Imperio hacia el Sur, ocupando los modernos Estados de Morelos y Guerrero. Durante el siguiente decenio expandieron sus fronteras hasta la costa Norte del Golfo de México y finalmente, en 1465, derrotaron a la Confederación de Chalco, último baluarte independiente en el Valle.

Fue AHUITZOTL, octavo Emperador azteca, quien llevaría el Imperio al límite del colapso.

Ahuitzotl, es un monarca sin rostro. Los arqueólogos buscan los restos de un hombre que jamás fue representado en las obras plásticas de su tiempo. Moctezuma II es el único monarca mexica del que exiSten imágenes y sus retratos están basados en las descripciones que hicieron los españoles después de su muerte. Se conoce mucho sobre Moctezuma, pero se sabe muy poco sobre Ahuitzol. lo único cierto es que el militar de alto rango ascendió al trono en 1486 cuando su hermano Tizoc, perdió el control del Imperio y murió, tal vez envenenado o quizás a manos del hermano menor, cuyo nombre, de por sí, tiene una connotación violenta: en lengua náhuatl, el Ahuítzotl era una criatura sanguinaria, semejante a una nutria, que estrangulaba a los humanos con su cola musculosa.

Las 45 conquistas que marcaron los 16 años de reinado de Ahuítzotl quedaron vívidamente inmortalizadas en el Manuscrito de un Virrey español, hoy conocido como Códice Mendocino. Sus ejércitos conquistaron grandes extensiones de la costa del Pacífico, incluyendo la actual Guatemala y de ese modo "expandieron el alcance territorial del Imperio hasta límites sin precedentes". Aunque algunas de aquellas batallas fueron meras exhibiciones de poderío o tuvieron la única intención de castigar a los señoríos que se rebelaban, la mayoría sirvió para satisfacer dos ambiciones fundamentales : obtener tributo para Tenochtitlan y víctimas para los dioses.

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DAVID CARRASCO y LÓPEZ LUJÁN

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