viernes, 7 de enero de 2011

EL REY QUE NO PODÍA DECIR "KING"


La gran epopeya inglesa de mediados dels Siglo XX transmitida a las nuevas generaciones, enlaza el heroísmo de Winston Churchill con el reinado de Isabel II, olvidando la " intrahistoria" ( 1) de un Rey que no nació para serlo, que tuvo que luchar con su tartamudez en la era del nacimiento de la radio y que a pesar de su aparente falta de preparación supo aglutinar a su Nación, frente al agresor nazi, demostrando ser el "hombre correcto en el tiempo correcto", como ha escrito el autor Nigel Farndale en The Sunday Telegraph.

Bertie, como era conocido en la Familia Real , nació en 1895 como Príncipe Alberto; luego sería elevado como Duque de York. Menos apuesto y comunicativo que su hermano mayor, sin la preparación para el trono que éste tuvo, se vió de pronto con el Cetro en la mano cuando Eduardo VIII se vió obligado a abdicar para poder casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson. Jorge VI sucedió a su hermano en medio de una crisis institucional y de una crisis bélica.

La vida de Jorge VI, monarca entre 1936 y 1952, está llena de ironías, como el hecho que no podía pronunciar la letra "K", por lo que era prácticamente imposible referirse a sí mismo como KING (REY). También es irónica su muerte, pues aconsejado a fumar para combatir su tartamudez - un recurso equivocado - murió de cáncer de pulmón a los 56 años, pasando la Corona a su hija Isabel.

La película "El discurso del rey", cuenta como su esposa - luego conocida como Reina Madre al enviudar- , sigue el surgir de la figura del monarca a través de su lucha personal contra la tartamudez. Pasó de la mayor humillación y ridículo en su primer discurso ante un micrófono - la Clausura de la Exposición del Imperio Británico de 1925 en Wembley - a una impecable Declaración de Guerra contra Hitler a través de la radio. Se ganó la simpatía de los británicos, aglutinados alrededor de los receptores de radio para escuchar su mensaje, por su ejemplo de tenacidad personal y por su deseo de permanecer en Buckingham Palace a pesar de los bombardeos a Londres.

Aquel mal trago del discurso de Wembley convenció a su esposa de la necesidad de una urgente reacción. Fue ella quien, después de haber probado diferentes doctores del Establishment, contactó con un "logopoeda" ( 2) poco convencional de origen australiano que se había instalado en Londres. Lionel Logue se negó a tener las sesiones en Palacio y obligó a su paciente, el Rey, a que acudiera a su consulta en un barrio bajo de la ciudad. Durante 10 meses tuvieron 82 sesiones.

La propia Reina Madre fue consultada hace años sobre la posibilidad de realizar un flim sobre esta historia y puso como condición que se esperase a su muerte para concretarlo. El guionista, David Seidler que ha contado con el Diario y los papeles de Logue, explica que éste creía que la tartamudez del Jorge VI podía estar vinculada con la figura dominante de su padre Jorge V, quien forzó a su hijo a dejar de ser zurdo. Logue lo convenció que el problema era físico y que podía resolverse con ejercicios, evitando provocarle una falta de confianza en sí mismo. También le hizo cantar palabras que le costaba pronunciar y soltar"tacos" con fuerza, porque los tartamudos se atrancan cuando menos se enfadan.

Para el discurso más trascendente de su vida, en el que Jorge VI declaró la guerra a la Alemania nazi, Logue ideó una particular estratagema. El mensaje lo pronunció de pié, en una antesala, con la ventana abierta para qeu corriera el aire y sin chaqueta. En la estancia estaban solo el rey y Logue. Cuando el rey concluyó sus palabras de manera calmada, Logue se dirigió a él, ya no como Bertie, sino como Su Majestad

( 1) Todo lo que está a la sombra de lo conocido popularmente

( 2) Detección y exploración de los defectos del habla. En América latina se la conoxe como FonoAudiología

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