DE AMOR Y DE VOLCANES !!!!!!
Hace ya miles de años, cuando el Imperio Azteca estaba en su esplendor y dominaba el Valle de México, como práctica común sometían a los pueblos vecinos, requiriéndoles un Tributo Obligatorio. Fue entonces que el Cacique de los Tlaxcaltecas, acérrimos enemigos de los Aztecas, cansado de esta opresión, decidió luchar por la Libertad de su Pueblo.
El Cacique tenía una hija, llamada Iztaccíhuatl, era la Princesa más bella y se enamoró del joven Popocatépelt, apuesto Guerrero de su pueblo. Se amaban muchísimo y el joven antes de partir a la guerra pidió al Cacique la Mano de su Hija. . .El Cacique accedió gustoso y le prometió, si volvia victorioso, recibirlo con una gran celebración. El Guerrero se preparó a partir y se llevó consigo la promesa de la Princesa que lo esperaría para consumar su amor. Al poco tiempo, un Rival Celoso le dijo a la princesa que su amado había muerto en el combate. Abatida por la tristeza y el dolor , la princesa murió!
Al poco tiempo, Popocatépetl regresó victorioso, esperando ver a su amada, pero solo recibió la noticia de su muerte. Entristecido, vagó por las calles días y noches, hasta que decidió honrar su amor y su recuerdo. . .
Mandó construir una Gran Tumba ante el Sol, amontonando 10 cerros para formar una enorme montaña . . Tomó en sus brazos a su amada, la llevó a la cima y la recostó inerte sobre la montaña, dándole un último beso, tomó una Antorcha Humeante y se arrodilló frente a ella, para velar su Sueño Eterno!
Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente al otro. Con el tiempo, la nieve cubrió sus cuerpos, convirtiéndose en dos enormes Volcanes, que seguirán así hasta el final del mundo.
La leyenda cuenta, que, cuando el Guerrero se acuerda de su amada, su corazón tiembla y su Antorcha echa Humo.
Los lugareños lo llaman a él "Don Goyo" y a ella "La Mujer Dormida"
"DON GOYO" o POPOCATÉPELT
"LA MUJER DORMIDA" o IZTACCIHUATL
Esta Leyenda nos hace recordar, en cierta forma, al "ROMEO Y JULIETA" de Shakespeare, con una leve diferencia en el final. . . . .
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