jueves, 15 de julio de 2010

LA ESCALERA INTERIOR

¿Hay en verdad una escalera para ascender por el tallo de un fríjol, que pueda ser usada por un adulto mientras hace frente a las miserias del mundo real? Sí, la hay.

Así, como una escalera ayuda a un niño a ascender por el tallo de un frijol, hay escaleras celestiales como las de Jacob, que ayudan a los místicos a ascender interiormente. Como sabemos, casi siempre los adultos nos encontramos demasiado atados a lo externo, al mundo material. Es por eso que para muchos el pensamiento de viajar más allá de la conciencia objetiva y hasta el viajar hasta más allá de la tumba, es la causa de una inútil ansiedad y temor. Sin embargo, las leyendas sagradas siempre han proporcionado imágenes de consuelo y son temas que ayudan a los adultos a prepararse para su viaje al mundo más allá del presente.. Pero para el estudiante de misticismo, estos misterios sagrados del renacimiento ofrecen algo más que consuelo. Nos hablan al corazón acerca de la polaridad de la vida, de su flujo y reflujo, de su ritmo incesante. A través de las narraciones de la división e Integración del Hombre de la Luz, OSIRIS, como un ejemplo entre muchos, el místico agrega mayor luz a los poderes que estimulan su imaginación.

Los jeroglíficos con que se representa el nombre de Osiris simbolizan una escalera (1) y el Ojo Único del Alma, asentados sobre el corazón. Como una imagen orientadora, este Ojo Único simboliza el Ojo que Todo lo Ve, desde donde procede la Luz Mayor. Algunos místicos llaman también "intuición" al Ojo que Todo lo Ve, cimentado en el corazón. La visión interna es un atributo divino que se expresa a través del Cuerpo Psíquico. Éste es la mitad inmaterial del ser externo, por lo tanto el Cuerpo Psíquico no solo puede ver a través de los ojos físicos el mundo material que se encuentra afuera, sino también mira el centro oculto del corazón.Mirando dentro de sí mismo, el místico percibe un paisaje ilimitado de una tierra remota.

Sin embargo, esa tierra lejana es visitada también por otros viajeros que no han desarrollado una habilidad para oír o percibir la ruta por la cual transitan. Tales viajeros son como sonámbulos pasivos. A pesar que perciben una extraña escritura, como jeroglíficos desconocidos, el sonámbulo pasa de largo sin advertir la experiencia interna y sin que ésta lo toque. No así el místico. Él viaja a esta tierra remota de una manera completamente diferente, es decir, poseyendo un mapa del territorio al que desea entrar. El caminante no sabe siempre si su mapa es completamente exacto, pero reconocerá ciertas señales a lo largo del camino. Estas señales son similares a las imágenes y temas de los tradicionales cuentos de hadas y leyendas de su juventud y tal vez una de ellas podría abrirle la puerta misteriosa de su Templo Interior. Aunque el viajero, siendo un místico solitario de noble corazón, quizás no comprenda todavía lo que percibe, aún será premiado con un símbolo de vida, su propio símbolo. Después que el viajero regrese descendiendo la escalera celestial al mundo externo de la realidad objetiva, entonces deseará guardar su preciado símbolo en lo más recóndito de su corazón, que le producirá un profundo florecimiento en el centro del corazón y el místico solitario puede reconocer lo que otros místicos siempre han conocido: que las imágenes sagradas preservadas en los cuentos de hadas y en los mitos vivientes, nos permiten transformarnos en el cisne que siempre ha sido.

JUNE SCHAA

(1) Símbolo egipcio representado por una columna con base y capitel. En la parte superior de la columna el capitel estaba dividido en cuatro barras paralelas. Significaba "ascensión de la vida" y como jeroglífico"estabilidad"


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