La_valija de Tucuta

viernes, 30 de julio de 2010

PLATÓN. . . EL SABIO. .. .

LA VALIJA hace más de viente años, realiza estudios metafísicos y místicos, habiendo realizado trabajos sobre diferentes temas relativos a ellas. Detentó en una Sociedad Mística el cargo de Maestra de Foro, lo cual le permitió estudiar con mayor profundidad, a filósofos griegos de distintas épocas y Escuelas. Contó para ello, con material publicado por E. SCHURE, un escritor francés, que le permitió compilar biografías con datos no muy comunes. Hoy, les dará a conocer su trabajo sobre Platón

PLATON (429-344 aC)

Nació en Atenas, en la ciudad de la Belleza y de la humanidad. Lo ilimitado se ofrecía a su joven mirada. El Ática abierta a todos los vientos avanzaba como la proa de un navío en el Mar Egeo y dominaba como Reina, el cielo de las islas, blancas sirenas sentadas sobre el azul de las olas. Creció al pié de la Acrópolis, bajo la custodia de Palas Atenea, en aquella ancha llanura encuadrada por la montaña violácea y envuelta en un azul luminoso, entre el Pentélico, con sus laderas de mármol, el Hymetec, coronado de pinos odoríferos donde zumban las abejas y la tranquila Bahía de Eleusis.

Muy sombrío y azarozo fue el ambiente político durante la infancia y la juventud de Platón, que coincidieron con aquella implacable Guerra del Peloponeso, lucha fraticida entre Esparta y Atenas, que preparó la disolución de Grecia. Habían terminado los grandes días de las Guerras Médicas y se habían puesto los soles de Maratón y Salamina.

El año del nacimiento de Platón ( 429 aC) es el de la muerte de Pericles, el más grande Hombre de Estado de Grecia, tan íntegro como Arístides, tan hábil como Temístocles, el más perfecto representante de la Civilización Helénica.

El cielo de Atenas tuvo colores bastantes sombríos durante su juventud. A los 25 años asistió a la toma de Atenas por los espartanos, después de la desastrosa batalla naval de Egos Pótamos. Luego, vió la entrada de Lisandro en su ciudad natal, lo que significaba el fin de la independencia de Atenas. Vió los largos muros construídos por Temístocles demolidos a los sones de una música de fiesta, y al enemigo triunfante bailar, literalmente, sobre las ruinas de su patria. Luego llegaron los 30 Tiranos y sus proscripciones.

Aquellos espectáculos entristecieron el alma juvenil de Platón, pero no pudieron turbarla. Aquel alma era tan dulce, tan límpida, tan abierta como la bóveda del cielo sobre la Acrópolis.

Era un joven de alta estatura, ancho de espalda, grave, recogido, siempre silencioso; pero, cuando abría la boca, una sensibilidad exquisita, una dulzura encantadora emanaban de sus palabras. En él, nada de saliente, de excesivo. una gracia alada, una modestia natural ocultaba la seriedad de su espíritu; una ternura casi femenina, servía de velo a la firmeza de su carácter. En él, la virtud se revestía con una sonrisa y, el placer, con una castidad ingenua.

Su primer impulso le lanzó a las Artes. Platón pertenecía a una familia distinguida, puesto que su padre pretendía descender del Rey Codrus y, su madre de Solón. Su juventud fue la de un ateniense rico, rodeado de todos los lujos, de todas las seducciones de una época de decadencia. A ella se entregó sin excesos ni gazmoñería, viviendo como sus iguales, gozando noblemente de una buena herencia, rodeado y festejado por sus amigos. Buscando la Belleza Suprema a través de todos los modos y todas las formas de lo bello, cultivó sucesivamente la pintura, la música y la poesía. Ésta, parecía que iba a responder a todas sus necesidades y terminó por fijar sus deseos. Tenía una maravillosa facilidad para todos los géneros. Sentía con intensidad igual la Poesía Amorosa y Ditirámbica, la Epopeya, la Tragedia, la misma Comedia con su más fina sal ática. ¿Qué le faltaba para llegar a ser un Sófocles y levantar al Teatro de Atenas de su decadencia inminente? Esa ambición lo tentó, sus amigos lo incitaban. A los 27 años había compuesto varias tragedias e iba a presentar una en concurso.

Por esta época fue cuando encontró a Sócrates discutiendo con varios jóvenes en los Jardines del Gimnasio. Hablaba de lo Justo y de lo Injusto, de la Belleza, la Verdad y el Bien. El poeta se aproximó al filósofo, lo escuchó, volvió al día siguiente y varios más en forma consecutiva. Al cabo de algunas semanas una revolución se había hecho en su espíritu. El feliz joven, el poeta lleno de ilusiones, ya no se reconocía. El curso de sus pensamientos, el objetivo de su vida había cambiado. otro Platón acababa de nacer en él, bajo la palabra de aquel que se llamaba a sí mismo "Partero de Almas".¿Qué había pasado? ¿Por medio de que sortilegio aquel razonador con cara de sátiro había arrancado del lujo, de las voluptuosidades, de la poesía, al bello y gentil Platón para llevarle al gran renunciamiento que supone la Sabiduría?

Seguirá. . . . .

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