Es una tradición católica instituída en honor y homenaje de todos los Santos conocidos y desconocidos, por el Papa Urbano IV, para compensar cualquier falta de los fieles a las fiestas de los Santos, cometidas durante el año.
La Iglesia de Antioquía fue la primera en realizar esta recordación en el domingo anterior a Pentecostés, posiblemente en al año 373. Cuando el proceso de canonización se tornó regular, comenzaron a dedicarse los templos católicos a la Virgen y los Santos. El Papa Bonifacio V, entre los años 609 y 610, consagró el Panteón de Roma a la Virgen María y a todos los Mártires, dándoles un aniversario. Pero fue Gregorio III, el que consagró una Capilla en San Pedro y arregló el aniversario para el 1º de noviembre. Gregorio IV fue quien extendió la celebración, luego de unos años en los que se lo celebraba el 1º de Mayo.
En realidad, según cuenta la historia no oficial, esta celebración nació como "una reparación" a la fiesta de Hallowe'en, de corte netamente pagano y queda "encerrada" con la Recordación de los Fieles Difuntos, otra fecha que en algunos países es considerada como una fiesta - México por ejemplo -. Según los dichos, es uno de los días que más flores se venden al igual que el 2 de noviembre.
El cuadro que acompaña esta entrada se debe al pincel de Fra Angélico
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