Aunque la cópula entre hermanos o progenitores e hijos es considerada "tabú" en casi todas las culturas, la clase reinante ha sido la excepción en muchas sociedades como Egipto y, ocasionalmente, África central, México y Tailandia. Aún cuando las flias reales europeas se abstuvieron del "incesto fraterno", muchas de ellas a menudo concertaron matrimonios entre primos y así, por ejemplo, los Habsburgo de España adquirieron el hábito de casarse con parientes cercanos a los largo de casi dos siglos de reinado. Esa dinastía se extinguió con la muerte de Carlos II, un monarca tan abrumado por problemas de salud y desarrollo que, a sus 4 años de vida, no podía hablar; aprendió a caminar a los 8 años y nunca pudo engendrar un hijo.
Los problemas de Carlos II y Tutankamón - hijos de hermanos - sugieren una posible explicación del "tabú universal" en torno del incesto : la imbricación de genes puede tener reperscusiones nefastas. Los hermanos carnales, así como los progenitores y sus hijos, comparten cerca de la mitad de sus genes, en tanto que la superposición genómica entre primos hermanos es de alrededor de 12,5%. La cruza de parientes cercanos, eleva la posibilidad de heredar genes dañinos a la descendencia en especial cuando se combinan repetidas veces en varias generaciones, llevando así a mayores probabilidades de presentar problemas de salud y desarrollo.
En la monarquía, existía un argumento en el que " el incesto los distinguía de los demás", especialmente en sociedades cuyos gobernantes tenían inmenso poder y ningún parangón más que los dioses y como éstos se casaban entre sí, los reyes debían hacer lo mismo, protegiendo a su vez los bienes monárquicos, que solo eran compartidos entre miembros de una misma familia.
En sociedades dominantes y centralizadas como el antiguo Egipto o los Incas del Perú, a menudo se limitaba el apareamiento a la flia muy cercana. En el caso de flias con culturas superpuestas como las de Europa en el 2º milenio se extendía a miembros algo más lejanos con la finalidad de forjar alianzas y mantener el poder entre parientes
Un caso muy conocido, de los problemas de la "endogamia"- casamiento entre familiares- es el de las hijas de la Reina Victoria I de Inglaterra. Victoria transmitió a sus hijas, una enfermedad que contribuyó a la caída del Imperio Ruso a comienzos del Siglo XX, la "hemofília" - un problema que impedía la coagulación normal de la sangre, y que transmiten las mujeres pero sufren los hombres. Las hijas de Victoria contrajeron matrimonio en su gran mayoría con pequeñas casas reinantes alemanas, y es en ellas que la Casa Real Rusa buscaba las consortes para los Zares, en general. Nicolás II, el último Zar, contrajo matrimonio con una princesa alemana, que aportó al matrimonio además de la dote, la hemofília. Su único hijo varón, Alexis, sufrió la enfermedad en forma aguda, y ello dió oportunidad para que "apareciera" junto a la flia real la figura de Rasputín, quien aparentemente era el único que podía aliviar los ataques sufridos por el Zarevich. Su "entronización" como parte de la flia real, dió origen a un mayor resentimiento y rechazo de la nobleza hacia su persona y, facilitó en parte el triunfo de la Revolución Comunista
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