CARICATURA DE ISABEL II
Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, explica que su libro "ISABEL II, Una biografia"(1830-1904) publicado por Taurus (Grupo Prisa, editor de El País), es el relato de una decepción.
"Las biografías se escriben para abordar problemas históricos, a mí me interesaba la difícil relación entre Monarquía y Liberalismo, analizar el origen del desencuentro entre las fuerzas de la Modernidad y la Monarquía, que ha sido siempre por atrás".
Isabel II de Borbón, fue el primer Monarca Constitucional de España - 1830 / 1904 - y comenzó su reinado como una gran esperanza blanca y acabó huyendo como apestada. A la heredera de Fernando VII, absolutista feroz que firmaba Constituciones pensando en el modo de derogarlas, nadie la educó para ser Reina por más que la abrazaran como el "ícono de la modernización". Menos que nadie, su madre, la Regente María Cristina, "muy inteligente hábil, capaz", a la que le interesaba Isabel como mero "peón del poder" y que dirigió sus afectos a la segunda familia que formó de tapadillo tras la muerte de Fernando VII con el Guardia de Corps, Fernando Muñoz y Funes.
"Isabel fue una niña emocionalmente abandonada y políticamente secuestrada. Tiene una educación precaria en contenidos y moral, se la acostumbró a hacer lo que se le dió la gana, sin escrúpulos, y sin importar la traición", expone Burdiel. Isabel dejó de estudiar a los 13 años, cuando fue declarada "mayor de edad". Si hasta entonces había fallado su formación, a partir de ahí se suceden las maquinaciones, contubernios, calumnias e intrigas desde los círculos familiares y políticos para controlarla.
Su vida sexual alimenta comidillas y devora su reputación. Luego vendrá la purga ultracatólica. Hay un cerco machista evidente. "Otros reyes han tenido una vida privada similar y no han tenido los mismos efectos políticos. La Reina es deleznable, pero lo que interesa es ver como se fabrica un monstruo, que es producto de la educación, del contexto y de los políticos que luego le achacan las culpas de lo que han fabricado", reflexiona la autora.
Cuando murió en París en 1904, su nieto, Alfonso XIII, mantuvo su agenda y evitó el roce con tan nefasto símbolo. El cadáver de la anciana se envió casi a hurtadillas al Panteón de El Escorial. Los Borbones siguientes se alejaron de Isabel II como de un agente infeccioso. Queó en la memoria colectiva con trazo grueso : LA CHATA, la Casquivana.
Incluso los hermanos Bécquer la satirizaron en pinturas pornográficas, practicando sexo con el confesor y ministros
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